Un estudio del Banco Central Europeo subraya cómo el papel moneda recupera protagonismo en momentos críticos cuando fallan sistemas digitales, ante tensiones financieras o conflictos, y recomienda mantener reservas de entre 70 y 100 €, por persona, según varios países.
En pleno auge de la digitalización financiera y con la vista puesta en el euro digital, el efectivo conserva una vigencia estratégica que va más allá de su función cotidiana. Un reciente informe difundido por el Banco Central Europeo (BCE) destaca que, en escenarios de inestabilidad como apagones masivos, crisis de deuda o guerras cercanas, el efectivo emerge como un instrumento esencial para mantener la liquidez, sostener el comercio básico y asentar la confianza ciudadana.
Según el estudio, la demanda de billetes y monedas tiende a dispararse justo cuando la estabilidad se ve amenazada, independientemente del grado de digitalización de los países analizados. Los autores ilustran esta tendencia con cuatro episodios: la pandemia, la guerra en Ucrania, la crisis de la deuda griega y el apagón que afectó a gran parte de la Península Ibérica el 28 de abril pasado. En este último caso, el documento señala que, cuando las infraestructuras digitales colapsaron, el efectivo se convirtió en el único medio de pago disponible para muchas personas.
Los datos resultan reveladores: en las zonas sin suministro eléctrico ni funcionalidad de cajeros, el volumen normal de retiradas equivalía apenas al 20 % de un día cualquiera; mientras tanto, en aquellas áreas donde los cajeros seguían operativos, las retiradas superaron la media diaria en un 60 %. Al día siguiente, cuando los sistemas se restablecieron, las extracciones de efectivo se duplicaron con respecto a un día estándar. El estudio también observa que durante el apagón, el uso de tarjetas de crédito cayó entre un 41 % y 42 %, y las compras por Internet se desplomaron un 54 %.
Estas experiencias consolidan la tesis del informe: el dinero físico no es solo un medio de pago, sino también una reserva fiable de valor sobre todo cuando los sistemas digitales flaquean y un mecanismo que calma la incertidumbre pública. Aunque el BCE no fija una cifra exacta para tener en casa, el estudio recoge la recomendación que algunos gobiernos (como Austria, Finlandia o Países Bajos) hacen a sus ciudadanos: disponer para emergencias de efectivo suficiente para cubrir las necesidades básicas durante al menos 72 horas, lo que equivaldría a entre 70 y 100 € por persona.
Con esta publicación, el BCE pone el foco sobre un dilema creciente: cómo conciliar el avance hacia una economía digitalizada con la necesidad de garantizar resiliencia frente a fallos sistémicos. La propuesta de coexistencia entre lo físico y lo electrónico parece perfilarse ya no como una opción, sino como una necesidad estratégica para afrontar crisis inesperadas.