La trágica muerte de Raúl Ramírez impulsa un urgente replanteamiento de la seguridad en el fútbol aficionado

El fallecimiento del joven portero de 19 años en un partido regional ha puesto de manifiesto la carencia de medidas médicas obligatorias en muchas competiciones no profesionales, reavivando el debate sobre protocolos de emergencia y responsabilidad en el deporte base.


En un fatídico episodio que ha conmocionado al entorno del fútbol aficionado, Raúl Ramírez —guardameta del CD Colindres perdió la vida tras recibir un fuerte golpe en la cabeza durante un encuentro celebrado el pasado fin de semana. Según los testimonios recopilados, el estadio carecía de presencia médica y ambulancia, y los recursos disponibles no fueron suficientes para salvar su vida.

Los hechos ocurrieron en el campo de Camargo, donde Raúl quedó inconsciente luego de un impacto durante el partido frente al Revilla. En ese lugar no había médico asignado ni ambulancia, a pesar de que la normativa vigente en muchas comunidades autonómas no exige su presencia para categorías regionales o semiprofesionales. Aunque existía un desfibrilador, su uso no bastó para revertir el desenlace trágico.  

Testigos del momento aseguran que la ambulancia requirió alrededor de 25 minutos para llegar al recinto deportivo, lo que provocó un retraso crítico en la atención. Mientras tanto, entrenadores y asistentes intentaron intervenir con maniobras de reanimación hasta que los servicios llegaron al lugar.  

Este suceso ha reavivado las reivindicaciones que desde hace años realiza la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE), que insiste en la necesidad de que todos los partidos, en cualquier categoría nacional, cuenten obligatoriamente con un médico y una ambulancia en el lugar. Además, demandan un protocolo obligatorio para manejar posibles conmociones cerebrales, pues actualmente ese protocolo solo se aplica en las divisiones profesionales.  

Desde la AFE han recordado que, en mayo pasado, presentaron propuestas para modificar las normas de competición de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), incluyendo la obligatoriedad de estos dispositivos de seguridad en categorías como la Tercera División y el fútbol femenino, pero dichas enmiendas no fueron aceptadas.  

Para los responsables de la asociación, la salud de los jugadores debe considerarse una prioridad ineludible: “La protección de la salud de los futbolistas es algo elemental, comparable a la prevención de riesgos laborales”, sostienen.  

Este dramático caso supone una llamada urgente a las instituciones deportivas y gubernamentales para que revisen las normativas vigentes y extiendan estándares mínimos de seguridad al fútbol de base. Solo así se evitará que otras tragedias como la de Raúl se repitan en el futuro.

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