Casi 500 miembros de la flotilla humanitaria que buscaba llegar a Gaza han sido detenidos por las autoridades israelíes y enviados a la prisión de alta seguridad de Saharonim, una instalación remota en el sur del país. El traslado es interpretado como una señal de contención política y un acto de presión hacia movimientos pro palestinos en Europa.
En un movimiento que ha generado críticas y preocupación internacional, las autoridades de Israel han intervenido en la ruta de la flotilla “Global Sumud”, interceptando varias de sus embarcaciones en aguas internacionales y deteniendo a un total de 473 activistas.
Todos ellos han sido trasladados a la cárcel de Saharonim, emplazada en pleno desierto al sur del país, tradicionalmente utilizada para custodiar a presos palestinos e inmigrantes africanos.
El traslado masivo es interpretado por analistas y diplomáticos como un mensaje deliberado del Ejecutivo del primer ministro Benjamin Netanyahu hacia Europa y hacia quienes respaldan operaciones humanitarias en Gaza.
La elección de un centro penitenciario tan aislado, combinado con el trato público dado a los activistas detenidos, pone en evidencia la voluntad de disuasión frente a futuras iniciativas similares.
Durante una visita al puerto de Asdod, el ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, se refirió a los activistas con términos ofensivos, calificándolos de “terroristas” y alegando que respaldaban a Hamás, en lugar de ofrecer ayuda a la población palestina.
Asimismo, afirmó que de ser su decisión, mantendría a los detenidos en Saharonim durante varios meses como castigo.
Entre los detenidos hay ciudadanos de España.
Fuentes diplomáticas que han tenido acceso al penal informan que la salud general de los activistas se mantiene estable, pese a las condiciones adversas: calor intenso, instalaciones austeras y dos noches sin dormir. Algunos activistas españoles han declinado firmar su deportación anticipada, conscientes de que podrían enfrentar juicio en Israel.
Además del traslado físico, el episodio ha incluido una puesta en escena: Ben Gvir subió a una de las embarcaciones intervenidas, menoscabando su contenido y cuestionando el carácter humanitario de la misión. Se le observó burlándose del equipamiento, insinuando que no había señales de auxilios reales, sino un “desorden total”.
Al otro lado, los familiares de los detenidos expresan angustia y denuncian violaciones al derecho internacional. Alegan que las imágenes y declaraciones públicas del Gobierno israelí buscan humillar y desprestigiar a quienes participaron en la operación de asistencia a Gaza.
Solo cuatro de los parlamentarios italianos que integraban la flotilla han sido liberados hasta el momento; los demás continúan en la cárcel de Saharonim bajo custodia de máxima seguridad.
Este episodio abre un nuevo capítulo en la tensión entre movimientos humanitarios pro palestinos y las políticas estrictas del Estado israelí, al tiempo que plantea cuestionamientos sobre el respeto a los derechos humanos, las estrategias diplomáticas europeas y la legitimidad de acciones de auxilio en zonas de conflicto.