La situación económica y la salud de la mujer se agravó tras perder su trabajo después de sufrir acoso laboral
El Juzgado Mercantil número 2 de Valencia ha perdonado una deuda de 186.868,28 euros a una mujer inmersa en una situación de insolvencia como consecuencia de la crisis de 2008, tras la subasta de su vivienda al no poder hacer frente a la hipoteca. Aún así quedó una parte de la deuda por abonar.
Hay que remontarse a 2006, cuando la mujerdecidió comprar una casa junto a su hermana tras su separación y con una hija a su cargo. Para adquirir la vivienda, las mujeres solicitaron una hipoteca que rondaba los 285.000 euros. «Tanto yo como mi hermana estábamos con nuestros respectivos hijos en casa de nuestros padres y decimos comprar una vivienda para los cuatro. En el banco nos dijeron que la pensión de mis padres era suficiente como aval, pero cuando fuimos a firmar nos señalaron que había que hipotecar también su vivienda y ellos accedieron», explica la mujer.
Con la llegada de la crisis inmobiliaria en 2008, las hermanas no pudieron hacer frente al pago de la hipoteca. «Mi hermana, al quedarse sin trabajo, volvió a casa de nuestros padres y me quedé yo sola al frente de toda la hipoteca. Además, debido a los intereses elevados, de la noche a la mañana pasé de pagar 600 euros al mes a una cuota mensual de 1.200 euros, algo que era imposible de pagar, ya que era toda mi nómina», relata la mujer, empleada de la limpieza.
Al dejar de abonar la hipoteca, en 2010 fueron subastadas la vivienda de las dos hermanas y la de sus padres, obligando a toda la familia a buscar un nuevo hogar donde vivir. «Pese a que yo había firmado la hipoteca, a mí nunca me llegó ninguna notificación. Todas llegaron a casa de mis padres y no fue hasta al cabo de un tiempo cuando uno de mis hermanos me aviso que estaban llegando allí. Dada la situación, entregamos las llaves en el juzgado».
Tras ser subastadas y adjudicadas ambas viviendas por un precio muy inferior a su valor, el monto total de la deuda no pudo cubrirse, por lo que quedó un resto, conocido como “cola hipotecaria”, de más de 100.000 euros pendientes de abonar.
Compra de una nueva vivienda
En cuanto le fue posible, en 2022 la mujer adquirió una nueva propiedad y solicitó una nueva hipoteca. «Mi hija y yo vivíamos de alquiler y el propietario del piso me comunicó su intención de venderlo. Valoré la situación y como el precio era asequible decidí comprarlo. Hice las consultas pertinentes y en ningún lado aparecía que estaba en listados de ficheros de morosidad. Fue al poco tiempo de firmar la nueva hipoteca cuando me dijeron que aún debía dinero del piso anterior, cuando yo pensaba que todo había quedado liquidado con las dos viviendas entregadas», explica.
Una situación habitual tras la crisis de 2008. «Les pasó a muchas familias, ya que firmaron altas hipotecas para la adquisición de viviendas y al no poder hacer frente a ellas, los bancos ejecutaron judicialmente esos bienes, sacándolos a subasta por precios inferiores a la mitad y además de quedarse, los deudores, sin las propiedades, se quedaron con deudas imposibles de cubrir. Un drama que a día de hoy todavía se sigue arrastrando», señala la abogada de la mujer Marta Bergadà.
Dada la situación, la mujer tuvo que recurrir a créditos para poder llegar a final de mes. Asimismo, su salud también se vio resentida, al sufrir ansiedad y depresión. A todo esto, se une que la mujer perdió su trabajo «después de hacerme mobbing, acoso laboral», afirma. Con toda esta situación, la mujer dejó de hacer frente al pago de sus deudas, ya que la prestación por desempleo que recibía era de poco más de 900 euros, cantidad que escasamente le alcanzaba para pagar los gastos destinados a su sustento.
Fue gracias a su hija y a su yerno cuando la situación empezó a cambiar. «Ellos siempre han estado involucrados en plataformas antidesahucios y un día me hablaron de la Ley de la Segunda Oportunidad, pero en un principio no creía en ella. Además, con 60 años, y debido a lo que estaba pasando, cuando me hablan de leyes me quedaba bloqueada», comenta la mujer. Fue entonces cuando contactaron con su abogada, después de que le denegaran un letrado de oficio, y se inició el procedimiento. «Fue un periodo de tiempo estresante. Durante el verano pasado empecé a recibir constantes llamadas de entidades bancarias, todos los días, a cualquier hora y desde infinidad de números de teléfono distintos. Incluso eran amenazantes», cuenta la mujer.
Todo cambió recientemente, cuando el titular del Juzgado Mercantil número 2 de Valencia emitía el correspondiente auto mediante el cual le perdonaba una deuda de 186.868,28 euros gracias a la Ley de la Segunda Oportunidad, exonerándola así del pasivo insatisfecho. «Cuando me lo dijeron, empecé a llorar por la ilusión y todo lo que había vivido hasta ese momento, porque han sido años muy duros», explica la mujer, que afirma que «ahora podré ayudar a mi hija cuando lo necesite, ya que por fin se ha terminado un auténtico calvario. Voy a poder estar tranquila. Ahora veo el futuro con mucha más tranquilidad», asegura la mujer.